terça-feira, 31 de agosto de 2010

Cartagena de Indias- Pedro Granados

Cartagena de indias Aquí me tienes otra vez disponible al poema. Sentado en un lugar ideal esperando el poema. Un lugar ideal y tranquilo entre el ir y venir de la gente y el poema no viene. En este sábado por la tarde en pleno centro de Cartagena el poema no viene. Entre la calle del Porvenir Y la calle de la Soledad no viene el poema. Y larga y poderosa es la tromba y la trompa del deseo. Y total es la sinceridad. Y auténtica la zozobra. Y contenida la desesperación. Y el poema no viene. Muy alto es el cielo sobre esta ciudad, vasto el mar y anchísimo el continente. Más fácil es hacer poemas sobre el exilio en los Estados Unidos; mucho más fácil la elocuencia de una ciudad como Buenos Aires o Madrid. E incluso ahora que estoy con una maravillosa mujer --la más linda de todas, la más misteriosa, la más cartagenera-- ignoro si ella es precisamente una llave. Todavía no sé si es necesaria una llave para entrar a Cartagena. Quizá el muy alto aire y el muy vasto mar nos hablen --a escondidas-- entre algunas de estas estrechas calles. Quizá Pedro Claver se anime a interpretarnos la soledad y el porvenir de su gente (pienso en Pedro Claver --enfermo y ya gastado-- observando atentamente la bahía). Tal vez algún día un andino del Perú sea asimismo caribe. Es muy fácil hacer poemas sobre el exilio en los Estados Unidos, muy fácil predecir el deterioro y la posterior destrucción. Pero escribir algo digno sobre Cartagena no es tan fácil. No es tan predecible. Bocachica es la pobre y Bocagrande –lógico-- es la rica, y aquí se ubican los burdeles. Pero, a la orden estoy. Con mi corazón andino y mi deseo africano. Alto cielo y vasto mar de la costa por ahí me voy a encontrarlos.

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